jueves, 10 de octubre de 2013

EJEMPLO. By Kike Caba.


                                                                                                          fotofrase: Kike Caba
                                                                                                         foto: Mar Martínez.



EJEMPLO

Son muchas las ocasiones en las cuales nosotros los entrenadores no nos damos cuenta de la repercusión de nuestros actos sobre los demás, de la importancia que lo que hacemos puede tener para los que nos rodean, máxime cuando éstos son niños, son menores de edad.
El entrenador de fútbol, como cabeza visible del grupo humano que dirige, ha de tener claro que esos jugadores a los que entrena, esos niños a los que entrena, no solo están aprendiendo y mejorando gestos técnicos, movimientos tácticos sobre el campo, conceptos físicos para desenvolverse con fluidez en el terreno de juego, sino que, lo más importante, están absorbiendo parte de nuestra forma de ser, de nuestra manera de hablar, gesticular y de tratar a los demás, aspectos del comportamiento humano que, para nuestra desgracia, son más fáciles de copiar o de adquirir los malos que los buenos.
Es tan importante esta observación que hago, que todos y cada uno de nosotros los entrenadores deberíamos pararnos a pensar siempre y en todo momento antes de hablar o de realizar cualquier corrección o tener cualquier diálogo con el niño, con el árbitro, con el entrenador rival y, en definitiva con todas aquellas personas que nos rodeen, sobre todo cuando el niño jugador esté delante. De no ser posible, siempre tenemos otra posibilidad, que es la disculpa, el saber pedir perdón de una manera humilde y a tiempo, en estos casos también es muy positivo para el niño llegado el caso.
Debemos pensar, además, que en ocasiones, debido al trabajo de los padres, los niños puede ser que estén más horas a la semana con nosotros los entrenadores que con su padre, si éste tiene un trabajo en el que llega tarde a casa, por ejemplo y cuando lo hace el niño ya duerme.
En estos casos, el niño nos puede tomar como un referente en su vida, como un ejemplo, a veces incluso idealizarnos comparando con esa figura paterna y entonces adquirirá para sí todos esos comportamientos que observe en el día a día en nosotros, siendo por ello importantísimo que esos comportamientos sean lo más correctos y educados posibles y nuestra forma de actuar y de tratarlos sea lo más justa que podamos o sepamos realizar.
Debemos pensar por lo tanto en desterrar esos comportamientos agresivos, ese lenguaje soez o chabacano o ese trato desigual para con los demás, sean jugadores nuestros o rivales, árbitros, otros entrenadores o familiares, dar seriedad e importancia siempre a nuestro trabajo para que el niño adquiera un hábito correcto de trabajo y tenga una referencia que corresponda realmente con el futuro que le aguarda, pensemos que el entrenar a diario con su equipo no es ni más ni menos que un primer contacto con la obligación que conlleva un trabajo, aunque se haga, por supuesto como un juego, de manera lúdica, es una forma de comenzar a acostumbrarse del niño a cumplir con un horario establecido de entreno/trabajo, con unas normas que se deben cumplir y con unos resultados que cosechar, lo mismo que se le exigirá en un futuro en su trabajo diario. Es por ello mucho más importante aún que esa formación sea correcta y adecuada siempre conforme a su edad.

El entrenador debe ser, por encima de todo en estas tempranas edades de los niños jugadores, educador, ejemplo máximo de corrección y de educación, consiguiendo con ello, unos mejores jugadores que, si un día no consiguen llegar a profesionales porque no han tenido la suerte de conseguirlo por cualquier motivo o circunstancia, conseguirán y esto no es menos importante, ser mejores personas, mejores deportistas, dando un salto de calidad a nuestro trabajo, a nuestro entorno y, en definitiva a la sociedad en la que vivimos.

09-X-2013
Kike Caballero

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te apetece, comenta el artículo. Nos ayudarás a mejorar.