foto: Kike caba |
EL ABUELO Y EL FÚTBOL
Con su pasito lento y su mirada
cansada, lo llevaba de la mano a su entrenamiento del jueves. Él no sabe de fútbol, nunca ha tenido tiempo
para verlo; de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. Él no sabe de presiones,
de pasiones, ni de tres puntos, pero sabe que hoy su nieto va a jugar con sus
amigos, va a entrenar con su equipo.
Manué no jugó al fútbol de niño,
empezó a trabajar siendo apenas un crío. Manué no sabe que es luchar por un
balón, entrenar y cuidarse a diario ni compartir vestuario con sus compañeros,
pero mira la carita de su nieto, la ilusión de su pequeño al calzarse sus
pequeñas botas y jugar, jugar bajo la atenta mirada, indicaciones y enseñanza de su
entrenador.
El abuelo llega al campo cansado,
despidiendo a su nieto con un beso, al que su nieto responde con un fuerte
abrazo que casi consigue dar con sus huesos en el suelo. El anciano se tambalea
y mira con cariño al pequeño.
-Mírame, ¿eh, abuelo?. Verás que
bien me lo paso. Hoy, en cuanto marque el primer gol, te lo dedico:
¡¡ para tí,
para mi abuelito!!.
Con su sonrisa tranquila y su
paso cansino, Manué se sienta en el banco, en el frío banco y se dispone a ver entrenar a su
nieto. Con su vieja mascota resguarda su desnuda cabeza del relente de la
tarde-noche, y mira, observa, piensa y sueña como han cambiado los tiempos,
como han pasado los años, como, aunque parece que fue ayer, revive los tiempos
lejanos en que él, también siendo niño, jugaba con sus amigos... cuanto tiempo
ha pasado sin recuerdos de sus tiempos de niño, y hoy, vienen a su cabeza como
queriendo refrescar su alma, su vida, su esperanza de ver crecer a su nieto.
Y ahora, ahora que ha pasado el
tiempo, el inflexible tiempo, en su pensamiento sonríe, mirando y viendo a su
nieto, viendo JUGAR a su nieto y compartiendo sus sueños, haciendo suyos sus
sueños...y mirándolo es feliz.
-Abuelo, abuelito, ¿me has visto?,
¡¡ el gol que acabo de marcar es para tí, para mi abuelito guapo!!.
Aquella tarde, aquella fría
tarde, conocí lo bonito del fútbol, conocí la ilusión, la sonrisa de un niño,
feliz con tan solo correr tras un balón, dar patadas a un balón... y me
enamoré, me enamoré del fútbol. Mi nieto disfruta con ello, aprende con ello, y
crece feliz y a mí, eso me hace feliz. Este viejo que no jugó al fútbol, que
nunca supo que era el fútbol, es hoy un asiduo a los entrenamientos de los más
pequeños, y sonríe, y lo hace cada vez que ve marcar un gol, da igual si marca
uno u otro equipo, ya que todos los niños tienen el mismo derecho a ser felices
jugando, marcando y ganando y para él, gracias al fútbol todos ganan.
08-X-2013
Kike Caballero
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